Kat

Yo llego por el 2004 de Bolivia, con 8 años a un mes de cumplir los nueve, en Agosto. Llego porque mi madre ya estaba aquí, se fue cuando yo tenia dos años. Ahora tengo 17 años, ya llevo media vida aquí.

Llegué a Madrid y estaba sola en el aeropuerto y me llevaron a Barcelona. Recuerdo del viaje que me daba miedo, porqué me decían ‘ven’ y me sentaban en el avión. Hice varios cambios de avión. Realicé distintas paradas en el viaje y cuando llegábamos a un destino la gente se bajaba y yo me quedaba esperando con el avión vacío, pensaba ‘¿se acordaran de mi?’. Estuve un día entero en Argentina para coger otro avión y venir hasta aquí.

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En el viaje de avión, el día que estuve en Argentina, no recuerdo claramente donde estuve, pero recuerdo que me metieron en un salón gigante, y pusieron a otro niño allí. Lo conocí, me dijo que también iba a buscar a su madre, era de Venezuela, nos hicimos muy buenos amigos, no recuerdo qué hicimos pero sí que recuerdo que tenía un juguete de play y estuvimos jugando. Luego en el avión nos separaron y cada uno se fue con su azafata. Siempre he tenido curiosidad por saber de él pero no recuerdo su nombre.

Me acuerdo que cuando llegué aquí y no reconocí a mi madre. Sé que vino cuando yo tenia unos 5 años más o menos, me acuerdo más o menos de esa temporada. No la reconocí ni cuando me hablaba, yo estaba con la azafata y vino mi madre a buscarme y me dijo “Kati cariño ven” y yo pensaba ¿quién es esta mujer? La recordaba con el pelo largo y rojo y aparece con el pelo corto y rubio, y más mayor. No la reconocí.

Soy de Cochabamba en Bolivia, recuerdo poco de mi pueblo, tengo minirecuerdos de la escuela. Realmente no salía porque mi abuela me protegía un montón. Iba de casa al cole y del cole a casa, a las casas de los familiares, algún día iba al parque. Casi no recuerdo los amigos del colegio, solo dos. Aquí echaba de menos la comida pero al final me adapté. Me gustaría volver, me da la sensación que no la conozco.

Al llegar a Barcelona me puse a vivir con mi madre y su compañero. Después de un mes en el cole me sentía bien. No me costó nada integrarme en el colegio, el primer día en el patio ya vinieron los niños a jugar conmigo. Sólo llegar fuimos de vacaciones a Madrid, para conocer a unas primas mías y en el colegio nos preguntaron qué hicimos en las vacaciones, yo tenía miedo porque confundía Madrid con Barcelona y tenía miedo de confundir las ciudades y que se rieran de mí.

Cuando llegué en agosto la pareja de mi madre me explicó, que el colegio se hacia en catalán y estuvo explicándome un poco los colores y los números. Cuando empecé las clases tuve el problema que en las clases de inglés no sabía si me hablaban en catalán o en inglés, era horrible.

En unos pocos meses ya sabía, no me costó aprender el Catalán.

Cuando llegué lo que echaba más de menos era a mi hermano. Me harté de llorar. Nos llevamos 16 años, me hizo de padre y me costó separarme de él.

Recuerdo que la impresión que me llevé de El Prat es que era muy grande, y ahora lo veo muy pequeño. Mi madre dice que Cochabamba es muy pequeño yo lo recuerdo como supergrande porque no lo conocía tampoco, porque los caminos que hacía siempre eran los mismos.

Mi madre siempre quiso venir aquí. Mi madre siempre me dice que si quieres algo sabrás como conseguirlo, y ella me dice que mi abuelo le decía que si realmente quieres ir, hasta en burro si hace falta pero vas a ir.

Cuando llegué al principio era todo muy bonito, como cuando vas de vacaciones, pero cuando empiezas a echar de menos, las cosas empiezan a cambiar. Echaba mucho de menos a mi hermano y empezaron los problemas con mi madre. Le echaba la culpa a mi madre por haberme separado de él. La relación con ella bajó muchísimo y mi personalidad cambió y era más arisca, le contestaba, no quería estar en casa.

Cuando empecé la E.S.O. seguía con mis hormonas revolucionadas, era exageradamente rebelde, hasta el nivel que en el cole no hacía nada, iba a pasármelo bien, a discutir con los profes. Llegaba un punto que los profes estaban hartos de mí. Me acuerdo que el jefe de estudios, que era el psicólogo, empezó a hablar conmigo y un día no sé cómo lo hizo, pero me hizo llorar…. le conté las cosas y que me gustaría ser actriz. Siempre que lo decía me miraban como: ‘ya se le pasara la tontería’ y cosas así y eso me cabreaba más aún. En ese momento me dijo ‘apúntate a teatro’, y le dije que mi madre no quería, que estaba súper en contra.

Quedamos los tres y él se lo dijo, mi madre se negó. Le decía que era una tontería, que no estábamos para tirar el dinero y yo me frustraba más aún, él se puso a pensar y le dijo a mi madre que si yo mejoraba las notas, el comportamiento y la relación con ella me darían una beca para que hiciera teatro. Acepté y el cambio que pegué fue muy fuerte. Eso fue en primero de la ESO, en segundo empecé a mejorar y en tercero me apuntaron al Kadish, terminé la ESO y los profesores me dijeron que no esperaban ese cambio en mí.

El primer día de teatro estaba muy nerviosa. Llegué a Torre Muntadas y no sabía cómo se entraba. Era sábado, los sábados se entra por atrás. Llegué bastante pronto y me esperé a que viniera gente para saber cómo entrar. Ese primer día tenía que ir a mirar sólo, la profe me introdujo enseguida a los primeros ejercicios y vi mis primeras impros. Yo quería participar pero la profe me dijo ‘mira y aprende’.  Al terminar la clases la profe me dijo si quieres puedes empezar ahora o cuando empiece el curso. La siguiente semana empecé las clases de teatro.

El teatro me gusta mucho, no sé por qué, disfruto del momento, disfruto de todos los papeles que me han dado, cuando subes al escenario dejas de ser tú. El último día que subí al escenario estaba mal, mi abuelo está en Bolivia enfermo, yo estaba bastante jodida. Fui y empezamos a hacer impros y me sentó bien, me sirvió para animarme y recuperarme del problema. Cuando estás en el personaje te concentras en lo qué habrá vivido la persona, en qué le habrá pasado, por eso digo que dejas de ser tú.

Para mi interpretar es jugar.

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